Sueños en un día especial

Cuando ero una niña mi madre solía decirme que soñar era bueno, y con el tiempo yo me di cuenta de que también era fácil.
En que momento empecé no lo se, pero los sueños han llenado mi vida.
A cada uno de ellos lo acompañaba con 3.000 esperanzas y 10.000 ilusiones.
Y un día, en algún lugar, escuché que para conseguir algo, solo tienes que desearlo con mucha fuerza.

El día en que nos encontramos me olvidé de todos ellos, primera vez.
Entonces te pedí que me ayudaras a tejer una sábana de sueños que nos cubriera a los dos.
De noche, con tus brazos sobre mi cuerpo, sueño contigo a mi lado, descubriendo ciudades, conociendo el mundo.
De día, cuando no estas cerca, imagino verte, sueño con lo que haremos luego, con un simple abrazo, con un beso.
Descubrimos que era cierto, que si uníamos nuestras almas por un mismo sueño, éste acaba por convertirse en realidad.
Y así exploramos Roma, Londres y Bristol, patinamos en Alicante y comimos junto a una de las maravillas del mundo.

Gracias por estos 6 meses de caricias, de abrazos, de cafés, de tu brazo sobre mi cuerpo, de tus labios calentando los míos.
Gracias por hacerme reir y gracias por tus locuras.
Por hacer que todo parezca posible, por descubrirme la escoba eléctrica, por vaguear conmigo por las mañanas, por mirarme a los ojos y decir tanto con la boca cerrada.
Por aprender a calmarme, por estrujarme fuerte, por comprarte unos patines solo porque yo quería patinar, por Kiara.
Por ir cumpliendo todos mis sueños.